Flor Braier compone su primera canción a los siete años. Una melodía pegadiza y sensiblera que canta a los gritos desde el asiento trasero, en los viajes familiares a bordo de un Chevy rojo y blanco.
En esa época, adquiere una guitarra eléctrica de juguete (color rojo, como el Chevy) y un micrófono haciendo juego. Toca incansablemente frente al espejo, usando un mameluco de cuero de su abuela materna.
A los quince pide como regalo de cumpleaños una guitarra (una de verdad). Las canciones solistas nacen como una necesidad de seguir buscando matrículas capicúa y de jugar con las melodías y las palabras que pueblan los sueños y sobre todo, el insomnio.
Muy pronto tendremos más, pero este vídeo se nos presenta como un aperitivo de lo más sugerente. A disfrutarlo!
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